Sin llegar a ser costumbre, en este cuaderno de ideas, llamado blog, he posteado entradas con descubrimientos de estudios emergentes, a menudo alejados geográficamente, que crecen y muestran su saber despertando interés y envidia sana a partes iguales que, no obstante, a veces se difumina o se apaga con el tiempo. Sin embargo, tomando prestadas sus palabras «sabemos que la arquitectura se hace más fácil cuando uno tiene unos años más«. Las palabras son esta vex de un arquitecto cercano, de web sin indice ni atajos, que muestra sin prisas collages, dibujos y escritos que recuerdan a Hockney, que se vuelven tectónicos o que llega a aparejar en ladrillo. Luis Martinez Santa-Maria tiene además teoría escrita (el libro de los cuartos, intersecciones, el árbol, el camino, el estanque ante la casa) y, a su manifiesto pesar, poca práctica construida, aunque entrar en alguna de sus obras no deja indiferente al ojo atento. Cada «click» sobre su nombre muestra una nueva página de su currículum dando a conocer lo que, sin estar relacionado tanto con la edad como con la experiencia y la profundidad de sus planos y montajes, me he atrevido a titular obra madura.