De una exposición a otra, de un juego a otro. En lugares definidos, en espacios intermedios, en zonas de juego o en descampados, marcados con tiza o con mobiliario, urbanos, domésticos, infantiles, adultos, regulados o ilegales, en plazas o azoteas, el juego es una forma de vida, una actividad incapaz de contenerse dentro de un marco establecido, algo que hace que los saltos, carreras y la imaginación se desparramen por la ciudad. Fotógrafos, arquitectos, filósofos, urbanistas… Todos ellos repararon en un momento en esta condición lúdica del espacio, en la propia realidad social que exigía un espacio para el esparcimiento fuera del trabajo, el papel del ocio en la sociedad moderna, el protagonismo del juego como una actividad más de la urbe que merecía la pena retratar, estudiar, planear, repensar y diseñar, aunque siempre sorprendiera su capacidad para desbordar los límites establecidos. La exposición que estos días se muestra en el Reina Sofía de Madrid se subtitula «reinventar la plaza» pero está visto que el juego desborda todos los territorios y sentidos del término. Si quieres saber más acércate a ver lo que plantearon Constant, Archigram, Aldo van Eyck, Alberto Giacometti, Isamu Noguchi, Man Ray, Guy Debord… Lo que retrataron Francesc Català-Roca, Henri Cartier Bresson, Pier Paolo Pasolini o Roberto Rosellini. Y cómo el espacio público a pasado de ser un lugar de juego a adquirir un papel importante en las manifestaciones políticas recientes llegando a jugar en serio papel dentro de esta sociedad del entretenimiento.
fotografía de Francesc Català-Roca