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Archivos Mensuales: May 2015

lo anónimo como marca

Con motivo de la publicación del proyecto de la sede corporativa de Google, comenté la arquitectura que unía y separaba la sede del buscador con la de la empresa de la manzana, así como los referentes de la propuesta de BIG y Heatherwick Studio [el buscador de arquitecturas]. Pero mientras aquellas van cimentándose y tomando forma, la de Facebook ya está en marcha. Si aquellos dos jóvenes estudios a los que recurrió el CEO del buscador inspiraron su propuesta en las utopías de los setenta, el estudio de un octogenario como Frank Gehry ha intentado emular una realidad de los setenta bajo una propuesta radical de los cincuenta. Inspirada en aquel nacimiento «low-tech» donde las grandes empresas tecnológicas de hoy se formaron en los garajes de familiares y amigos, las oficinas de la red social se desparraman en el interior de una gran nave industrial buscando deliberadamente la apariencia de algo inacabado, flexible y carente de jerarquías. Basado en el concepto de la burölandschaft (oficina-paisaje) mesas, sillas, salas de reunión, espacios para el arte, el ocio y los servicios de esta macro oficina se han sembrado libremente a lo largo de una vasta extensión de Menlo Park en California. Un bosque tecnológico cubierto de estructuras e instalaciones que soportan una cubierta jardín. Un proyecto lleno de contradicciones, en el que el CEO de la red social que te etiqueta y crece a partir de tus «likes» solicitó a uno de los arquitectos estrella de firma y estilo reconocibles una sede anónima. Ausente de estridencias e integrada en el entorno, puramente funcional pero por acabar, como la labor titánica que persigue la red social, lograr conectar a las otras cuatro quintas partes del mundo que todavía están o pretenden el anonimato.

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Paradójicamente las fotos de la sede son de Instagram bajo la etiqueta #mpk20 vía theguardian

la mirada de dos maestros

Da la impresión de que los maestros andan preocupados por el devenir de la arquitectura, tanto los que participaron en los movimientos del Mayo del 68 como los que están involucrados en los debates de la Unión Europea observan síntomas preocupantes en la sociedad y, por tanto, en la arquitectura, esa «petrificación de un momento cultural», como la define Jean Nouvel en esta entrevista vía ABC. Una lectura cruzada de sus respuestas con el manifiesto que firma Rem Koolhaas en Artforum sobre el paisaje «inteligente» permiten detectar la complementariedad de sus preocupaciones y la necesidad de ese cruce de miradas que empieza con el holandés.

La presión económica y gubernamental hacia la estandarización, amenaza con allanar el recorrido de la arquitectura, los procesos de fabricación avanzada y digital anuncian la traducción directa y sin restricciones de la imaginación del arquitecto en promesas de impresión tridimensional de una forma física para cortocircuitar la práctica de la construcción arquitectónica, realizando una especie de desviación mágica… Pero imprimir tiene sus propias limitaciones. Sólo puede producir formas sin costuras, enteras, que no puede conectarse a partes separadas.

El francés, que ensalza aquella época de efervescencia intelectual de los sesenta, no ha dejado de luchar contra ciertas formas de academicismo. Lejos de la estandarización considera que cada lugar merece una reflexión totalmente específica; incluso entusiasma leer, cada proyecto es el inicio de una aventura y, evidentemente, al principio nunca sé adónde voy. No empiezo con una idea preconcebida. Empiezo siempre con la esperanza de que ese lugar y ese momento y las personas con las que me voy a encontrar en ese instante van a aportar algo que es totalmente único; y esta especificidad y esta singularidad es un ataque en toda regla contra la clonación. Concluye con el titular de la entrevista, hay algo que ha empeorado la situación: el desarrollo de la informática, porque ahora todos los parámetros están disponibles… Por desgracia, falta materia gris. No hay suficiente pensamiento, ni suficiente intención, ni suficiente amor en cada proyecto, por lo que los proyectos llegan de forma automática, así, sin alma.

Advierte el Pritzker holandés de la constante aceleración de lo «smart» dentro de la arquitectura, en forma de dispositivos, sensores y sistemas que han hecho que los elementos tradicionales de la arquitectura, ciegos, mudos y por tanto, fiables, se hayan convertido en elementos  «inteligentes» que escuchan, recopilan información, procesan y se adaptan continuamente, hasta el punto de temer que pronto, una jaula de Faraday sea un componente necesario de cualquier casa.

Es posible entrever las ficciones de Asimov trasladadas a la arquitectura cuando Rem Koolhaas afirma: el edificio «inteligente» es un eufemismo de un agente de inteligencia. Pronto tu casa podría traicionarte.  La opinión expuesta por el fundador de OMA ante la Comisión Europea en 2014 fue rotunda: Llamando a sus ciudades «smart», condenan a nuestras ciudades a ser estúpidas. (…) Con la seguridad y la protección como puntos de venta, la ciudad se está convirtiendo increíblemente menos aventurera y más predecible. Para salvar la ciudad, podríamos tener que ser destruirla…

Al hilo de otra pregunta Jean Nouvel contesta: cuando no hay misterio, no hay seducción. La arquitectura es un misterio que hay que preservar. Si se muestra todo de una vez, nunca ocurrirá nada. Ocultar, es sin duda una de las recetas del erotismo, y, por tanto, de la arquitectura erótica.

En una época de lo «smart» y la transparencia cabe, según Koolhaas, una pequeña posibilidad para combinar el conocimiento acumulado a lo largo de los siglos con el estrecho alcance de las prácticas consideradas hoy como «inteligentes». Quizás la oposición fundamental a la que nos enfrentamos está en el poder largamente establecido en la arquitectura para articular lo colectivo y la aparente habilidad digital para fundirse con uno mismo. 

Puede que como en las teorías de los situacionistas, entre los que parece incluirse el propio Nouvel, la arquitectura también deba adaptarse a la situación presente, a la vida, buscando todo lo que puede cambiar un proyecto; cambiar quiere decir que debemos responder a muchas preguntasEstamos obligados cada vez a escuchar, a tener en cuenta y a entender todos los parámetros de la pregunta planteada. Prácticamente en todas las situaciones, lo que siempre hay que hacer es cruzar una mirada exterior con una mirada interior.

¿Cuál es la arquitectura en la era de lo «inteligente»? La pregunta no citada puede tener respuesta en un clásico como la Fundación Cartier, obra del maestro francés, que sin estar petrificada pueda ser «confiable» y cuya transparencia total es capaz de guardar misterio. Es posible que la arquitectura deba aventurarse a explorar el vacío programable que plantea el maestro holandés para su puente peatonal en Burdeos, donde la obra no es el evento en sí sino la plataforma sobre la que puede ocurrir cualquier cosa. Puede que la arquitectura deba ser lo estable de lo inestable, lo pétreo de lo fluido, lo inteligente de lo «smart».

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